El análisis fílmico ha empezado.......
Jamal Malik, un chaval procedente de los barrios bajos de Mumbay, está a punto de hacerse millonario en la versión india del concurso "¿Quién quiere ser millonario?". Pero la pregunta que se hace todo el mundo es ¿Cómo un analfabeto está a punto de hacerse millonario?
La película nos lleva, a través de las preguntas que le formulan en el concurso, a saber por qué Jamal está donde está y por qué conoce todas las respuestas. Con cada una de ellas se nos mostrará una parte de su vida en la que se dará respuesta a las preguntas y se nos irá contando las verdaderas razones por las que Jamal está en el concurso.
¿Te vienes con nosotros a descubrirlo?
Piensa que...
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Otro de los puntos fuertes de la película. Por lo justa y bien empleada que están TODOS los elementos de la banda sonora acompañando la película.
Tratamiento de los dialogos
La base de la banda sonora. En esta película con respecto a los dialogos cabe destacar el buen uso que se hace de los encabalgamientos para llevarte a los momentos de la historia que se cuentan. Es decir, para hacer avanzar la trama y desvelarte puntos pasados de la historia y enseñarte la vida de Jamal para que vayas descubriendo todos los "por qués" que acompañan al personaje, a raíz de las respuestas que da el protagonista al comisario según va respondiendo a las preguntas, en el montaje el audio es encabalgado para que su voz permanezca durante unos momentos en segundo plano introduciéndonos en lo que nos quiere contar, en el fragmento de la vida que va en ese momento.
En la cinta los dialogos siempre son en primer plano, generalmente sin ningún otro elemento que haga que el espectador se distraiga de lo que se están contando (como por ejemplo, hay muchos casos en los que el ambiente del bullicio de la ciudad desciende en intensidad para dar prioridad a lo que cuentan los personajes). Lo que si cabe destacar son los efectos sonoros y algunos clichés usados que acompañan a la cinta, analizados en el siguiente punto.
Efectos sonoros, ruidos y clichés
¿Quién no conoce como suena el sonido del reloj o de la llamada telefónica del concurso "¿Quién quiere ser millonario?"? No se si considerar este sonido como un "cliché" propiamente dicho, pero bien es cierto que es un sonido bastante reconocible y que está MUY presente a lo largo de toda la cinta. Quieras que no, la historia se basa en ello, en Jamal participando en el concurso.
El clip que he puesto arriba creo que denota muy bien la tónica de la película. Hay silencio, están en el concurso, lo único que acompaña son esos efectos del concurso, se masca la tensión con el montaje y el audio, en definitiva, una mezcla que hace que estes en tensión y que necesites saber que pasa después.
Otra de las características es el uso de los efectos de sonido. En algunos momentos de la película, determinados efectos cobran vital importancia, por lo que pasan a un primer plano sonoro para marcar y recalcar la importancia que tienen (como por ej. en una parte de la historia Salim mata a Mahman, un hombre que los tuvo retenidos bastante tiempo, de modo que cuando le dispara, el sonido del arma y el eco pasan a un primer plano sonoro acompañando a la cara de Jamal, en shock al comprobar que su hermano ha sido capaz de matar a alguien a sangre fría, con el resto del audio prácticamente en silencio)
La música
Según hemos podido documentarnos en Internet, hasta en esto Slumdog Millionaire es una excepción. Según hemos leído, la mayoría de los largometrajes tienen 130 clips de música... esta tan solo 18. Esta compuesta por A. R. Rahman y tan solo acompaña a las escenas de la cinta (tras el visionado comprobamos que la mayor parte de estos clips de audio acompañan a persuciones o escenas más dinámicas y la otra parte a las escenas que tienen que ver con la relación entre Jamal y Latika). Además, desde el principio de la producción, el director Daniel Boyle quería introducir la canción Paper Planes de M.I.A en la película, llegándose a incluir finalmente la original y una versión remix.
La música como indicamos anteriormente solo acompaña, no cobrá mas importancia (y no es poco) que la de dar dinamismo y energía a la cinta y acompañar a la historia en los distintos momentos en los que se desarrolla. Esto de que la música solo "acompañe" fue decisión del director.
NOTA: Los clips que vienen a continuación pertenecen al tema principal de Jamal y Latika durante la película y a la canción PAPER PLANES de M.I.A. respectivamente.
La génesis de Slumdog Millionaire tiene su inicio cuando la jefa de Cine y Arte Dramático del Channel 4, Tessa Ross, recibió una llamada de la ojeadora literaria de Film4, Kate Sinclair, quien le contó que acababa de leer el manuscrito de una historia extraordinaria. A pesar de que todavía no se había publicado, en cuanto Sinclair puso aquella historia en el punto de mira, Ross se la tomó inmediatamente como una opción con serias posibilidades de salir adelante. “Organicé una cena para guionistas, directores y productores, y pude conversar con Simon Beaufoy, a quien ya conocía desde hacía tiempo porque habíamos trabajado juntos. No pude evitar hablarle del ‘proyecto ganador’”, recuerda Ross. “La idea le entusiasmó inmediatamente y se sumó al equipo enseguida”. Ross sugirió que, aunque era un libro difícil de convertir en guión, sintió que Beaufoy tenía las aptitudes y la experiencia para hacerlo. Beaufoy tenía la convicción de que la mayoría de espectadores occidentales no conocían el aspecto de India que explora la novela de Swarup. “Es como una ciudad que pasa a cámara rápida”, comenta. “Es el Londres de Dickens en el siglo XXI. Está en constante desarrollo. Los pobres son más pobres que nunca y los ricos más ricos que nunca. Y existe una masa de población entre esos dos estratos que luchan para mantenerse a flote”. La simple premisa de la novela de Swarup permitió a Beaufoy concentrarse en dos elementos clave a la hora de adaptar la historia a la gran pantalla. En primer lugar, el obvio cuento de hadas del pobre que se enriquece de la noche a la mañana, donde el héroe supera enormes obstáculos para alcanzar una conclusión positiva. En segundo lugar, el extraordinario trasfondo sobre el que transcurre la historia. No obstante, los contratiempos técnicos que surgieron no fueron pocos. Para un guionista, la adaptación de un libro a un guión cinematográfico requiere de un enfoque muy distinto a la producción de un texto original. El reto para Beaufoy fue conservar el alma de la novela trasladando a la vez los mismos personajes al celuloide.
“El principal problema de convertir el libro en película fue que en realidad, éste se componía de una serie de historias, 12 relatos”, explica Beaufoy. “Algunos de ellos no mantenían vínculo alguno entre ellos. No había ningún hilo conductor. No tomaba a un personaje y le seguía desde que nacía. Más bien carecía de articulación. Incluso algunas historias eran pequeños cuentos discretos que ni siquiera hacían referencia a los personajes principales. Es muy diferente de comenzar con una idea propia y desarrollarla. Al realizar una adaptación tienes muchas más responsabilidades con el libro original. Es como recibir en casa un paquete con un traje con unas partes que se ajustan y otras que no. Es como hacer la maleta de otro. Pero de algún modo tienes que convertirla en tu propia maleta”.
Beaufoy tomó su propio camino a través de las narrativas para confeccionar una historia que llevaría al espectador de A a B. “Mi trabajo consistía en encontrar esa narrativa, trazar una historia que transcurriera seguida pero que fuera capaz de retroceder durante el interrogatorio policial y volver ‘¿Quién quiere ser millonario’. Ese era mi reto particular”.
El productor Christian Colson opina que la elección de Beaufoy como guionista fue del todo acertada. “Simon tiene un estilo cálido y particular que encaja especialmente en el proyecto”, comenta Colson. “Escribió un borrador del guión para Tessa en primera instancia y luego me vinieron a ver”.
“Simon apareció con el nuevo título de "Slumdog millionaire" (Callejero millonario), que nos convenció a todos. Creo que, en términos clásicos, lo primero que transmite es un movimiento del caos a la armonía. Es una comedia, aunque también, a veces, adquiere la forma de un horrible drama, con momentos de gran sufrimiento. Es un cuento de hadas, y como los buenos cuentos, tiene instantes verdaderamente oscuros y atemorizantes. Existe una gran mezcla de elementos que verdaderamente te hacen reír, llorar e incluso tragar saliva.
Beaufoy considera que tener a Jamal en el programa de TV e ir saltando a flashbacks de su vida permite a los segmentos ofrecer una mezcla de géneros. “Puedes disparar en varios sentidos diferentes. Puedes añadir algo de romanticismo, un poco de comedia o elementos de gánsteres y encapsularlos para formar parte de un todo que sigue una única línea, lo cual me parece apasionante. Le confiere a la película una gran variedad, porque no se encasilla en un solo género”.
Cuando el guión adquirió la forma lo suficientemente definitiva para hacerla llegar a un director, la primera elección del equipo de guionistas fue Danny Boyle. “Nos sentamos alrededor de una mesa y nos preguntamos cuál sería el mejor director para el material que teníamos, y todos exclamamos: ‘¡Danny Boyle!’”, recuerda Colson. “Fue así de fácil”.
Beaufoy quedó impresionado por el respeto que mostró Boyle hacia el guión, así como el enfoque que aportó sobre el material. A pesar de que muchos consideran al director de estilo inconfundible y particular, su actitud hacia cada una de las escenas era la de mantener los diálogos tal como estaban escritos. “Él entiende el ritmo de cada escena. Desea mantenerlo tal cual y aun así es capaz de aportar y plasmar su visión única. Es innegable que se trata de una película de Danny Boyle, y lo mejor es que prácticamente todas las palabras que escribí en el guión están ahí. Es increíblemente respetuoso con el guión y sería incapaz de modificar un diálogo sin una meticulosa consulta previa con el guionista”.
De la misma forma, Boyle considera el guión de Beaufoy como una luz guía a través del proceso de realización de la película. En medio del rodaje, con todas las limitaciones de tiempo y condiciones desafiantes, Boyle explica que era coherente mantenerse todo lo fiel posible al trabajo de Beaufoy. “Simon vino a India para presenciar algunos ensayos y a partir de ahí efectuamos algunos ajustes. Pero la mayor parte del tiempo quisimos ajustarnos al guión al máximo”, comenta Boyle. “Me refiero a que las cosas evolucionan y cambian inevitablemente, pero el guión es como un túnel por el que pasas y, cuanto menos te desvíes, mejor. Lo haces tan intenso como puedes, y también todo lo complejo y excitante posible, pero también tienes que estar al servicio de la narrativa”.
En el mundo del desarrollo cinematográfico, donde hay que luchar duramente para llevar adelante un proyecto y someterse a reescrituras, nuevos guionistas, interminables notas y retrasos de la producción, el proceso de desarrollo de Slumdog millionaire fue realmente rápido. “Fue como una bola de nieve que baja por una ladera y va creciendo”, apunta Ross. “Nada nos interfirió en el camino. La bola de nieve tenía ante sí un camino liso y directo y se aceleró todavía más gracias a Danny. Conseguimos desarrollar y financiar el filme con Celador, lo que significa que pudimos tomar todas las decisiones financieras y creativas con suma rapidez”.
Pero, ¿qué puede aportar una producción occidental a una historia esencialmente india? Colson sugiere que la perspectiva del foráneo ofrece impactantes elementos visuales a la película, así como la narrativa de una historia que un guionista o un director local podrían obviar o simplemente pasar por alto. “Es la misma perspectiva extranjera que Sam Mendes puso en el retrato de la Norteamérica residencial en American Beauty o que Ang Lee aplicó en la inglesa Sentido y sensibilidad de Jane Austen. Creo que es una mirada fresca que se interesa por darle color a la historia y la hace única y vibrante de un modo que ninguno de los cineastas de nuestra cultura podría conseguir. Hay un aura en la película que llama la atención al extranjero. Creo que nos volvemos cada vez más insensibles ante los lugares en que vivimos y a veces no los miramos con la proximidad que deberíamos. Y los que vienen de fuera lo ven con otros ojos”.
La llegada del equipo de la película a India no causó ningún impacto en los lugareños, aunque sí significó un choque cultural para los que hacíamos el filme, quienes todavía teníamos que experimentar la locura y la energía de Bombay. “Nunca había estado en India”, explica Boyle. “Mi padre estuvo allí en la guerra y me había hablado infinitamente sobre sus vivencias, con lo que siempre había tenido ganas de ir. Creía que era un lugar extraordinario en cuanto a las situaciones extremas que allí se pueden experimentar. Pero, lo que es más importante, los retos que te encuentras cuando pisas aquella tierra van más allá de todo lo imaginable”, comenta el director.
Boyle considera que la mayoría de experiencias cinematográficas se centran en el concepto de control, en la idea de que un director y su equipo pueden manipular el entorno para obtener exactamente las imágenes o el tono visual que necesitan para transmitir lo que el filme pretende. Pero en India no se pueden aplicar estas reglas. “Sencillamente, en India no se tiene tal control. Si buscas tenerlo te puedes volver loco. En una semana te habrás tirado de un acantilado. No tienes más remedio que dejarte llevar y a ver qué pasa. Algunos días piensas ‘No vamos a sacar nada bueno de esto. Nada’. Y de repente, a las cuatro de la tarde, todo empieza a salir. El lugar te compensa de forma natural si confías en él, y de repente todo cobra sentido”.
Beaufoy había viajado por toda la India cuando tenía 18 años. Sin embargo, notó enormes cambios al regresar 20 años después. “India ha cambiado masivamente desde entonces, así que mi investigación se basó en pasear por allí recogiendo todo tipo de historias y de recortes de periódico. Las más tétricas y dramáticas saltaban automáticamente de la terna. Las que leía y me parecían interesantes las estudiaba más a fondo visitando los lugares en que se produjeron, me empapaba de la atmósfera y recababa todos los detalles posibles”.
“Cuando te encuentras en medio de algo no siempre lo encuentras extraordinario. Solamente cuando sales de ahí y lo miras con perspectiva puedes verlo realmente extraordinario. No creo que la gente que vive en Bombay vea la ciudad como se ve desde fuera. Cuando volamos de Gran Bretaña y vemos la ciudad la encontramos absolutamente increíble y creo que eso es precisamente lo que Dany y Christian aportan como foráneos, un sobrecogimiento que deja poco menos que boquiabierto”.
El equipo de producción acordó adoptar una estrategia pre-rodaje que les permitió comenzar a filmar por la ciudad antes de la fecha oficial de inicio. Mientras los distintos departamentos se preparaban para rodar, Boyle y su ejército de esqueletos comenzaron a rodar ensayos como verdaderas “tomas”, a fin de maximizar el tiempo de rodaje de que dispusieron en India.
Boyle sugirió que en lugar de ensayar en un espacio abierto sin relación con la película, viajarían a las localizaciones seleccionadas y grabarían los ensayos, con la esperanza de que alguna de aquellas tomas tuviera un lugar en el montaje final. “Fue una forma genial de introducirse en la película”, confiesa Colson. “Eso quiere decir que comenzamos a rodar dos semanas antes de lo previsto. Todo el mundo, incluidos los equipamientos, estaban allí. Estábamos en un lugar próximo a las localizaciones, así que comenzamos a grabar”. Aquello dio a los departamentos de producción la oportunidad de solventar cualquier problema logístico o creativo en una fase muy temprana de la agenda de rodaje, lo cual no sólo consiguió que todavía se aprovechara más el tiempo durante el periodo oficial de filmación sino que además permitió disponer del tiempo para rodar todos los materiales adicionales que fueron necesarios.
“Naturalmente, esto nos ayudó a todos”, comenta Colson. “Demasiado a menudo sucede que la primera semana de rodaje sirve para que todos nos acordemos de cómo se hace una película. Ha pasado mucho tiempo desde la última y todos están algo oxidados. La gran ventaja de este proceso es que, si algo no ha funcionado, no está todo perdido, y si todo ha ido bien, salimos tranquilos de haber podido hacer todo el trabajo. Fue una decisión muy inteligente de Danny”.
Boyle también pensó que el protagonista, Dev Patel, se beneficiaría mucho de pasar un tiempo en Bombay antes de situarse ante las cámaras e invitó al joven actor a pasarse por varias localizaciones previas a su participación. Para Patel, la experiencia le ayudó a construirse un perfil de su personaje con más información de la que proporcionaba el guión. También le sirvió para refinar su acento.
“Yo estaba deseando interpretar una secuencia que transcurriera en las profundidades, en los barrios bajos, sumergido en aquel ambiente”, admite Patel. “Estar en las localizaciones me ayudó a construir un trasfondo para mi personaje y ver dónde había crecido. En una de las localizaciones, Danny vio a unos niños tocando unos tambores por la calle. Se estaban preparando para el Festival Ganesha. Danny me dijo que me pusiera la camiseta del revés –porque llevaba un logo demasiado visible¬– y me dijo ‘¡Únete a ellos!’. Y yo: ‘¿Qué?’, e insistió ‘¡Que vayas y te pongas a tocar con ellos!’”. El grupo me aceptó. Vino un traductor conmigo, me dieron un tambor y me puse a tocar. Y Anthony, el cámara, se acercó a mí con una pequeña DigiCam y me empezó a filmar disimuladamente, casi sin que se notara”.
Cerca del lugar de producción se encontraba The Tulip Star, un hotel de cinco estrellas abandonado de Bombay –“Un sitio fantasmagórico”, según Colson. Boyle sugirió que los actores podrían ir a rodar una escena allí. “El guión no decía que el hotel tenía que estar vacío. Hablaba de un hotel en pleno funcionamiento”, explica. “Aquello le dio a las escenas un punto adicional de intensidad. Así pues, entramos y pudimos ahorrarnos dos días de rodaje que luego utilizamos para grabar otros materiales”.
Cuando Boyle llegó por primera vez a Bombay, la mezcla de pobreza extrema y el asombroso avance tecnológico del país le fascinó. “Había estado anteriormente en barrios de chabolas en otros lugares del mundo, como Kibera (Kenia), pero aquello era como… aquel olor que notas al principio de todo… esa mezcla increíble de nuestros excrementos (de todos nosotros) y luego el aroma del azafrán. Es esa combinación de dulzura y amargura a la vez”, explica. “Lo más extraordinario de India es que está entre las seis u ocho primeras potencias nucleares. Tienen armas nucleares. Pero por otro lado, no tienen lavabos públicos”.
El equipo rodó en el suburbio más extenso de India (Dharavi) y también en uno de los más vibrantes (Juhu), situado al lado del aeropuerto, al oeste de la ciudad y claramente visible por cualquiera que vaya en avión a Bombay. Se calcula que aquella área sola tiene alrededor de un millón de habitantes. La población metropolitana de Bombay es de 22 millones (incluyendo las afueras) y se expande a un ritmo alarmante que hace indicar que en 2020 serán 20 millones más. El equipo de rodaje estuvo filmando por las áreas de Dharavi y cerca del arroyo de Mahim, alimentado por un gran colector que pasa por el centro de la zona de barracas.
“Pusimos a todos los habitantes reales de las chabolas que pudimos”, afirma Boyle. “Es como una minimetrópolis vibrante y en constante ebullición. Ahora, de hecho lo que ha sucedido –porque India es una democracia– es que los barrios bajos se han convertido en unos lugares de enorme peso político dada la abundante población que los ocupa. Son pequeñas áreas con muchos miles de votos. Así que, paradójicamente, son unos reductos sumamente poderosos y por eso mucha gente no quiere que limpien todos esos suburbios. Tienen sospechas más que fundadas de todo lo que esos lugares les proporcionan.
“Dada la escasez de terreno en Bombay, probablemente los trasladarán contra su voluntad a lo que se ha denominado Nueva Bombay, a varios kilómetros de distancia de la urbe. Lo más importante para ellos no es conseguir una vida más sofisticada, sino la sensación de comunidad. Ellos viven juntos y se dan apoyo mutuo. Son familias extensas de primos y tíos… Así que es un verdadero reto para sus políticos tratar de encontrar una forma de actualizar sus estándares de vida conservando la demanda de los habitantes de seguir estando en comunidades cerradas”.
Técnicamente, las localizaciones y la logística asociadas a cada área visitada por el equipo de producción significaban que Boyle y su departamento de cámaras, incluyendo el galardonado director de fotografía Anthony Dod Mantle, tenían que considerar diversas opciones de cámara y de rodaje. El equipo planeaba en un principio grabar varias escenas con unas cámaras digitales avanzadas SI-2K y filmar el resto en película, pero Boyle se decantó por no llevar grandes y pesadas cámaras de 35 mm a unas zonas tan concurridas como aquellas. Las cámaras digitales, más pequeñas y versátiles, les permitían grabar rápidamente estorbando mucho menos en la vida cotidiana de la comunidad.
Boyle fue encontrando el proceso correcto de rodaje a base de probar y equivocarse. “Comenzamos con cámaras clásicas de película y no me gustó. Quería verme realmente inmerso en la ciudad. No me conformaba con quedarme mirándola, examinándola. Quería sumergirme en el caos todo lo que fuera posible. Hay una franja horaria, entre las 2 y las 4 de la madrugada, en que todo se detiene y solo los perros circulan por la calle. Fuera de esas horas, el lugar es una marea de humanidad”.
Las secuencias de persecución del principio de la película se rodaron de forma incremental, construidas como un montaje a lo largo de un periodo de tiempo. Siempre que era posible, el equipo de rodaje se trasladaba a la localización y filmaba otra sección de la persecución. “Anthony fue capaz de ir grabando cámara en mano [con las SI-2K]. Aunque tenía un giroscopio que le podía estabilizar las imágenes, prefería llevarlas en mano y tener más agilidad para grabar en áreas pequeñas y estrechas, que en definitiva es lo que hay en los barrios de chabolas como aquellos. Puedes capturar una parte de la vida que te rodea sin que la gente se percate. También utilizamos una ‘CanonCam’, una cámara de fotos que puede grabar a 12 fotogramas por segundo. Si la gente ve una cámara de fotos, nunca pensarán que están grabando video. Así que grabamos imágenes de este tipo, y ocasionalmente recurrimos también a la cámara tradicional. El resultado final es una película hecha con una mezcla de tecnologías”.
“Quien fuera que operara la cámara llevaba un disco duro pegado a la espalda para grabar las imágenes que tomaba la cámara de mano. Anthony parecía un turista danés que paseaba por entre las barracas”, bromea Boyle. “Pero en realidad lo que hacía era rodar la película”.
“Allí donde podíamos rodábamos lo que figuraba en el guión en localizaciones reales, y los complejos requisitos del guión nos llevaban a menudo a un fabuloso espectro de lugares muy diversos entre ellos”, comenta Colson. “La cinta es como un cuento de hadas, y como todo cuento de hadas, tiene sus luces y sus sombras. De modo que, unas veces te encontrabas en el Taj Majal, uno de los lugares más bellos que puedas imaginarte, y al cabo de unas horas podías estar en lugares de pobreza extrema. Era una verdadera odisea”.
Victoria Terminus, en el centro de Bombay, es una de las huellas más visibles que dejó el Imperio Británico. Allí el equipo rodó la escena del baile que aparece en los créditos. “La red ferroviaria es como la sangre que da vida a la India”, explica Boyle. “Existe un ingente número de personas que mueren a diario en las vías porque se caen de un tren abarrotado. También hay mucha gente que vive y trabaja cerca de las vías. Además, tienen una forma muy peculiar de secar la ropa que lavan. Extienden la ropa entre las vías y la fijan con pesadas piedras. Cuando pasa el tren por encima, el aire caliente que desprende la deja seca en cinco minutos. Pero es una actividad muy peligrosa. Los trenes pasan muy cerca y a gran velocidad”.
Una de las escenas más difíciles de rodar fue aquella en la que unos niños saltaban de un tren. “Aquello fue muy, muy duro. Teníamos a un especialista muy bueno que se encargó de la acción. Las vidas de esos chicos estaban en sus manos. Realmente hizo un trabajo brillante, aunque fue algo muy duro para todos”.
Encontrar las localizaciones y obtener los permisos fue todo un reto para los encargados de buscar los lugares de rodaje, y el apoyo de las conexiones que teníamos en India fue vital. Una productora local, India Take One, aportó su conocimiento a la producción, lo que permitió al equipo planificar rápidamente cuáles serían sus movimientos de una a otra localización. Sin embargo, la distancia no siempre es el mayor problema en la India. Con todos los millones de automóviles, coches tirados por hombres y taxis circulando caóticamente por la ciudad, los atascos han pasado a formar parte de la vida cotidiana, casi tanto como el comer o el dormir.
“Uno de nuestros principales obstáculos, del todo imprevisto, fue que estudiábamos el mapa antes de salir y pensábamos ‘estaremos en tal hotel y rodaremos en tal localización. Sólo está a tres o cuatro kilómetros’. Y podíamos tardar hasta dos horas en recorrer esos tres o cuatro kilómetros”, recuerda Colson. “La ciudad estaba tan congestionada que me recordaba a Nueva York en sus peores momentos”.
En términos generales, los sistemas de soporte a la filmación en Bombay estaban mucho más avanzados de lo que la gente creía en un principio. Aunque eran caóticos hasta extremos insospechados, Colson confiesa que tuvieron a su disposición instalaciones y facilidades en todos los aspectos del proceso de producción. “Bombay es un centro mundial de producción cinematográfica. Las instalaciones son de primera. Hay equipos humanos fantásticos, estudios espaciosos, salas de telecine, etc. Allí tienen de todo y, en ese sentido, hay que admitir que desde que llegamos se pudo trabajar sin que faltara de nada.
“Creo que alguno de los obstáculos específicos que nos encontramos nos los pusimos nosotros mismos, en el aspecto en que fuimos nosotros quienes decidimos rodar la mayoría de secuencias en localizaciones reales, en las calles de una de las ciudades más caóticas y densamente pobladas del mundo. Tuvimos algunos problemas en Agra, donde unos chicos locales que venden productos a los turistas temían que diéramos mala imagen de ellos. Así que nos disculpamos y nos fuimos a otra ubicación”.
Los cambiantes paisajes urbanos de Bombay también pusieron alguna que otra traba. Las localizaciones, que se habían fijado con meses de antelación, habían cambiado drásticamente en muchos casos y se tuvieron que buscar lugares de rodaje alternativos.
Las primeras visitas de Beaufoy para inspeccionar el terreno le permitieron encontrar localizaciones clave en los alrededores de la ciudad. “Yo pensaba: ‘¡Bien, ahí hay una fantástica localización!’, y a los seis meses volvía con Danny y le decía ‘Mira qué fantástica… ¡Oh, ya no está!’ Aquí en el Reino Unido no podríamos conseguir que nos repararan una escalera mecánica del metro en seis meses. Allí, en ese tiempo, construyen ciudades enteras. Nosotros quisimos capturar esa sensación de ciudad que se construye a sí misma con energía, gente, dinero, polvo y suciedad, y, por encima de todo, movimiento de gente”.
Los centros de atención telefónica indios han sido objeto de una inmensa cobertura mediática a lo largo de los últimos años y se han convertido en sinónimo de sistemas de atención al cliente, la línea más frecuente de comunicación entre la marca y el consumidor. Pero en Slumdog millionaire, Beaufoy y Boyle han usado el call-center para conducir una línea argumental muy importante, la que lleva a Jamal de Chai-wallah (el chico de los cafés/té) a participante en el concurso de televisión.
Boyle explica: “Jamal va por el call-center sirviendo tés y, por supuesto, como es brillante, se queda con todas las informaciones que va escuchando. Se da cuenta de que el tipo que instaló el sistema (de contestadores telefónicos) de ‘¿Quién quiere ser millonario?’ es el mismo que instaló el centro de atención telefónica donde él trabajaba. Entonces se hace amigo de él y descubre la forma de llamar y conseguir que la máquina te elija para participar en el concurso. Así consiguió llegar a concursar. En la película lo contamos de forma muy sutil”.
Tuvimos mucha suerte de contar con la estrella Mia Arulpragasam (MIA), cuya canción Paper planes aparece en el filme. También accedió a grabar una canción para nosotros con el compositor A. R. Rahman. Poco después vio la película y me dijo ‘Me encanta, pero cómo llega Jamal a participar en el concurso?’ Habíamos eliminado esas secuencias, y por eso la cantante nos lo preguntó. Así que volvimos a incluirlas. A veces puedes tomar buena nota de los comentarios que hacen las personas que no han formado parte directamente del proyecto. Se les proyecta la cinta, te comentan algo y es entonces cuando piensas ‘¡Vaya, es cierto! ¡No me había dado cuenta de eso!’ o ‘Ahí he rizado demasiado el rizo’”.